Clásico de clásicos. El inicio de una nueva era. El abuelito de los FPS.
Rufus está apurado. Quiere huir. De su pareja. De sus amigos. Vecinos. Del basural en que se convirtió su Kuvaq natal. De todos. De él mismo. Pero todo gran escape conlleva sus riesgos. Y falla. Cosecha burlas. Y vuelve a fallar. No escarmienta. Y sigue fallando. Una y mil veces. Fallará. Pero esta vez... esta vez... Está cerca. Muy cerca de su objetivo: La celestial Elysium. Lugar perfecto donde sin esfuerzo todas las necesidades son satisfechas. Donde además abundan la pulcritud y la tecnología. Tiene que aprovechar esta oportunidad y lo hace. Casi. Algo sale mal. Logra apenas un contacto precipitado. Goal, su nombre. Joven, bella, frágil... comprometida. Ahora también está atrapada en Kuvaq. También debe escapar. Como nuestro héroe. Apela a su generosidad -todavía no lo conoce-. Debe volver a donde pertenece. ¿Actuará Rufus por amor a Goal o la verá como un simple pasaporte a Elysium? ¿Las dos cosas? ¿Es posible? El tono sarcástico al que recurre la historia -unas 12 horas en total- no da tregua. Daedalic Entertainment de Alemania se luce con un humor ácido -por momentos misógino- y con varias referencias a otros clásicos del género. Dan ganas de escuchar todos los diálogos -que son bastantes de por sí y es posible, ya que la trama y final son únicos-. Rufus es como es. No hay vuelta que darle. Pero el resto de los habitantes de Kuvaq -ciudad desecho de Deponia- no se quedan atrás. Toni, su media naranja podrida, festeja cada vez que se queda sola. Wenzel, su mejor-peor amigo no tiene empacho en quedarse con todas sus pertenencias. La secretaria trans Lotti, con su mentón cuadrado con sombra y su vozarrón, ordena el ayuntamiento. Por solo nombrar algunos. Seguir leyendo... https://digital.irrompibles.net/reader/9#p=37
NUEVO COMIENZO DE TEXTO. Entre las infinitas combinaciones de unos y ceros que mi cerebro procesa en esta interminable noche estelar, como parte del puente de mando de la nave nodriza, encontré el diario de mi antepasada Rachel S’jet. Rescato y traduzco a continuación algunos de los extractos menos conocidos que relatan la expedición realizada hace ya más de un siglo que la convirtió en una celebridad dentro de mi kiith y nos permitió llevar a cabo este viaje colosal a Hiigara, nuestro verdadero hogar. Base Épsilon Como siempre, el sol es implacable. Son largos y duros los días en este inmenso desierto que es nuestro planeta de Kharak. ¿Nuestro? A veces siento que fuimos condenados a un infierno de arena y viento. Que no somos de acá, que pertenecemos a algún otro lugar, más allá de las estrellas. Fuera del alcance de mis ojos, de mi mente. Buscar. Analizar. Investigar. Los últimos años de mi vida se resumen en estos tres verbos. A veces una se cansa de la arena en la boca, en los ojos, en las medias. Por suerte —o por desgracia— mi testarudez me impide darme por vencida. Sé que esta nueva misión es más importante. La más importante, diría. Nunca pudimos —ni nos atrevimos— a adentrarnos en los confines de Khar-Toba. ¿Qué secretos esconde? ¿Qué peligros nos esperan? En realidad sí hubo alguien que tuvo el valor de intentarlo: el primer oficial Jacob S’jet, mi hermano. Sin embargo llevo varios años sin saber nada de él. Esta misión es mi vida. Partimos de la base Épsilon con el alba a cuestas, escoltando a Kapisi, la nave nodriza. Escribo estas líneas pensando en su gigantesca mole de incontables ruedas, plana como el horizonte mismo. El polvo se arremolina y sube como la peor de las tormentas. Seguir leyendo... http://www.irrompibles.net/secciones/reviews/8444-homeworld-deserts-of-kharak-review
TODAVÍA RECUERDO el que fuera mi nombre, Karan Sjet. Mi especialidad, la neurociencia. A mi padre, Huur Sjet-Sa, siempre duro, pero justo. Al tiempo que redacto este texto, en algo más que unos y ceros, realizo otras incontables operaciones. No con mis manos, que no las conservo. Tan solo mi cerebro. Decisiones desesperadas. Hace más de quince años [N. del A.: Homeworld salió por primera vez en agosto de 1999] que mi órgano pensante abandonó su cuerpo. Lo conectaron al puente de mando de nuestra nave nodriza. Nadie me obligó. En realidad sí: yo misma. Era la única posibilidad que teníamos como kharakid de concretar nuestra más onírica empresa: el regreso a Hiigara, nuestro hogar. Durante más de un milenio, Kharak fue nuestro refugio. Planeta maldito en el final de su actividad geológica. Cubierto por desiertos de arena ardiente. Siempre nos sentimos como extranjeros, fuera de lugar. Castigo divino, según el Concilio Siidim. Luchamos entre nosotros. Contra nosotros. Cada Kiith adoptó posturas propias de clanes tribales. Así pasaron siglos. Hasta que apareció, en el medio de la nada misma, la Piedra Guía: mapa estelar de tres mil años de antigüedad. Muchas preguntas. Pocas respuestas. Seguir leyendo... https://digital.irrompibles.net/reader/25#p=53
INSEGURIDAD. Es lo primero que se me viene a la cabeza cada vez que quiero salir a dar una vuelta por el espacio. “Esto no da para más”, continuo, cuando me dejan pensar libremente. Claro, porque ahora ni eso se puede. No hay caso, cada vez que asomo la trompa de mi nave de la Federación aparecen los viciosos Rebeldes de siempre. Pero esta vez, ignorante de los cambios en la coyuntura intergaláctica, me esperaban terribles y desagradables sorpresas. Como tantas otras veces en que la Federación solicitó mis servicios, convoqué a mis engiamigos, Dengler y Ken, quienes se ocuparían de los fierros y la protección, respectivamente. Yo, como siempre, al volante. Después de deambular con mucha precaución por el primer sector, aunque sin mayores sobresaltos, tuvimos, al final del camino, un desafortunado encuentro con los piratas del espalto, perdón, del asfacio, da igual. Seguir leyendo... http://www.irrompibles.net/secciones/reviews/7509-ftl-advanced-edition